La situación del destierro de la angustia, coge su dinámica, a partir de la apropiación personal de la imagen de Dios, transmitida en el kerigma la cual, inyecta de valor al miembro oyente de la comunidad, convirtiéndolo, renovándolo, a partir de la soledad como punto de encuentro y del silencio como punto de escucha.
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