viernes, 8 de agosto de 2008

La comunidad, sacramento.


En el amor recibido, Dios se empobrece haciéndose hombre, entregándose y dando identidad y el hombre se enriquece, convirtiéndose, siendo elevado por la gracia de Dios, generando fraternidad, y en el amor fructificado, el creyente y la comunidad, se convierten en sacramento que implica un orden a la santificación de los hombres y a la edificación del cuerpo de Cristo, alimentando, robusteciendo y expresando la fe por medio de palabras y actos, dinamizando la solidaridad.

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